Por Marcos Torres*
Mi capital se torna misteriosa por momentos, ajena, sutil. Ríe de noche o de día, pero sobre todo de noche; rompe a llorar con el débil y lo abraza tierna y suave. Derruida a veces se impone estoica frente a un enemigo que no ve, pero que se siente como un batallón de termitas temporales y gélidas dispuestas a fragmentar su esencia de guerrera.
Inmaculada en su conciencia, suele despertar el hormiguero que la habita en cada aurora, y trasnocha a diario su destino de fuerza y coraje labrada en hierro, al fuego de las tempestades.
Enrumba al caminante en estrechas veredas o en espacios siderales, pero siempre le deja un gusto fresco y nuevo, enlistándolo en aventuras
Podrás dejar tu impronta en cada esquina o rechazar el polvo que la cubre, pero siempre romperás con cada ola al fragor del malecón.
Soberana irreductible, alabada y nómada, acoje y desprecia a la vez, pero llena lo mismo al cuerdo que al loco con ensoñaciones que suelen romper los silencios y los muros, y es entonces que se impone sibarítica a la desidia de unos pocos.
Cuéntela Ud. como quiera.
Yo cuento mis habanerías.
*@Marcostropero editor del blog Las Torres de Marcos