
Por: Marcos Torres.
Descanse en paz, General de División Rubén Martínez Puentes, adalid de la patria.
Se nos ha ido un gran cubano: campeón del socialismo y defensor de la Revolución hasta sus últimos días. Un hombre que, al terminar la guerra de liberación, no tenía la menor idea de lo que le deparaba el futuro.
Si alguien le hubiera dicho que sería piloto y que llegaría a ser General de División, se habría echado a reír. Hombre extremadamente modesto, solo aspiraba volver a sus estudios en la escuela santiaguera de Artes y Oficios para terminar su carrera como electricista.
Oriundo de Guantánamo y de origen muy humilde y revolucionario (búsquese en Ecured: ambos padres militantes del PSP), desde muy joven trabajó duro para ayudar a sus padres en el sostén de la casa de donde aprendió su fe militante. Desde muy pequeño se destacó en la lucha antimperialista con una activa participación en la recogida de firmas por la paz en Santiago de Cuba en rechazo a la guerra de Corea.
Le chocaba profundamente ver a los marines norteamericanos pasearse por Guantánamo como los dueños del país. Aquellas imágenes de los marineros borrachos detrás de las mujeres guantanameras, jamás se borraron de su mente. Quizás, sin que se percatara, esos bochornosos hechos fueron despertando su rebeldía y sus ansias de un cambio profundo en el país.
Convencido de que la única vía posible de luchar contra la dictadura batistiana era la lucha armada (y aún en contra de las directrices del PSP), se alza (apoyado por su madre) y llega al II Frente Oriental a mediados de 1958 al mando del entonces Comandante Raúl Castro Ruz donde desempeñó actividades en la planta central de radio con el grado de soldado.
Al triunfo revolucionario, es ascendido al grado de Teniente y pasa a ser ayudante del propio Raúl.
Logra graduarse como piloto posterior al triunfo revolucionario en 1961, en la antigua república socialista de Checoslovaquia, como parte del primer grupo que se preparó en aviación reactiva.
Desde su graduación como piloto, ocupó distintos cargos de mando en las unidades aéreas y fue sustituto del Ministro, Jefe de la DAAFAR y por último, director de la Unión Agropecuaria Militar de las FAR.
Sus misiones como piloto y como Jefe, durante su vida activa en las FAR, contribuyeron a la consolidación de la soberanía de la nación cubana, de la Patria y del Socialismo.
A una pregunta realizada por el periodista Luis Báez, sobre lo más importante que tienen nuestros pilotos, contestó: “La modestia, honestidad, el espíritu de sacrificio y, sobre todo, el corazón en el medio del pecho”.
Así somos los cubanos. #PonleCorazón
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