Amelia vive en un sexto piso. Su edificio tiene problemas con el elevador desde hace más de tres años por lo que sube y baja a diario por las escaleras para realizar las innumerables tareas de atender su casa y a una hermana mayor enferma. Como tantos otros en estos días sigue minuto a minuto los acontecimientos de la base de supertanqueros de Matanzas.
Siempre es difícil escribir en esta circunstancias para cualquiera, dónde nuestros nervios y resistencia han sido puestos a prueba una vez más. En estas condiciones la palabras, juicios e ideas tardan en alcanzar, al fin un cauce medianamente lógico.
Las noticias que se reciben minuto a minuto son tristes, desgarradoras, duras, pero también hay otras historias que mueven a la conmoción como por ejemplo esta que me comenta un amigo en un mensaje de audio en la noche.
Resulta que una familiar suya es jefa de operaciones de un negocio de mensajería en La Habana con una filial en Matanzas. Me cuenta mi amigo que ya se cuentan más de 20 los restaurantes que están donando comida gratis a los médicos, bomberos y personal en general que están en la primera línea de combate y a los evacuados, que son más de 700.
Esto mueve sin dudas a la reflexión y al llanto sólo de saber que hay mucha gente pendiente de lo que pueda suceder y que, si de «vibras» y de «karma» se trata, es éste el preferible. Actitudes como estas de los cubanos dignos son las que finalmente vencen: lo demuestra la propia historia.
La desfachatez de algunos que pretenden erigirse como una suerte de Dalai Lama de Caribe y de otros que desde la comodidad y aparente seguridad que brindan sus usuarios de redes sociales, cotorrean sobre lo supuestamente fallido del Estado cubano, cuando lo que falla en realidad es la ausencia de sentimientos y sus valores.
CUBA VENCE. Las adversidades nunca han hecho mella en nuestra voluntad y menos la palabrería de cloaca que se emplea en nuestra contra, ni la grandilocuencia impertinente que se esfuma tras el «Karma», porque sencillamente este también está de nuestro lado.
En 1956 la ONU tuvo a bien instaurar la fecha de hoy como “Día Internacional de la Infancia” (aunque es necesario aclarar existen países que lo celebran el día 20 de noviembre) consagrando la comprensión y fraternidad entre los niños del mundo debiendo promoverse, en cada país, actividades que involucren de manera directa a los más pequeños.
Esto, en la práctica cotidiana mundial, no pasa de ser una muy buena intención, ya que los niños y sus derechos han sido históricamente vilipendiados por los poderosos a través de la pobreza, la guerra, la prostitución, la pornografía, el tráfico de drogas y de órganos, etc.
Reeditar el dolor de hace cinco años se convierte en un calvario psicológico que una Cuba entera sufre el día que “papá” abandonó el plano terrenal y partió, en definitiva, hacia la inmortalidad.
Recordar a lágrima viva, a pleno sol, descalzos, al cubano más indómito, más audaz, más corajudo, pero también más humano, más fiel y más amado, es hoy una tarea impostergable: todos podemos contar (¡deberíamos!) como si de una leyenda terrenal se tratara, al Fidel que conocimos.
El día que el almirante español Cristóbal Colón pisó tierra en la isla de Guanahaní, rebautizada como “San Salvador”, en un día como hoy de 1492, hubiera sido imposible imaginarse por él o sus compañeros de viaje que esta fecha hubiera sido objeto de tanta controversia histórica, ética o política.
Han pasado ya 45 años y el lapso de tiempo y lo ocurrido aquel fatídico 6 de octubre parecen algo surreal, como salido de una película o de una novela.
Para los que no vivimos aquellos días dolorosos, la referencia nos ubica en un lugar inexplorado de la realidad. Simplemente no estuvimos allí para contarlo.
Quedan entonces, como imágenes propias, las asumidas en nuestra vida al recordar junto al pueblo a las víctimas del terrorismo de estado en nuestro país, y hablo no sólo de Barbados: sino también de los 3 478 cubanos fallecidos y 2 099 incapacitados, que dejan de macabro saldo las cientos de acciones asesinas que se ejecutaron desde 1959 contra Cuba.
Quienes conocen a Enmanuel Vigil saben que es un revolucionario cabal y comprometido. De eso no caben dudas (y el que las tenga que se revise). Médico internacionalista, padre de familia, hijo amoroso, hermano y “tronco” de amigo.
Como buen cubano gusta de un buen tabaco y de, claro está, de un buen café…
Ayer el departamento del Tesoro a través de la secretaria de dicha cartera, Janet Yellen, anunció nuevas sanciones contra dos oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y uno del Ministerio del Interior, por su “vinculación” a la “represión” en los sucesos del 11 de julio.
Ahora los sancionados son el Segundo Jefe del Estado Mayor General de las FAR, General de División Roberto Legrá Sotolongo; el Jefe del Ejército Central, General de División Andrés Laureano González; y Abelardo Jiménez, Jefe de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios del Ministerio del Interior, bajo la “Ley Global Magnitski” por “violaciones y abusos a los derechos humanos”.
Cuba no tenía, hasta hace dos días, un marco legal unificado que permitiera proteger el espacio radioelectrónico nacional en su conjunto y en correspondencia con lo expresado por la Ministra de Comunicaciones, Mayra Arevich, se ha denunciado la injerencia por parte del gobierno de los Estado Unidos, así como la complaciente permisibilidad con la que determinadas plataformas en Internet violan las normas de la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones), de los países donde se encuentran ubicados e inclusive las propias, cuando de atacar al sistema social y gubernamental de Cuba se trata.
Sí. Sólo 21 segundos bastaron para orquestar la campaña anticubana que hoy inunda nuestras redes haciendo mella en un grupo no despreciable de desinformados, la mayoría consciente y revolucionaria, pero desinformados al fin.
La descontextualización del fenómeno ocurre cuando nuestro Primer Ministro Manuel Marrero Cruz, en una reunión de análisis de la situación epidemiológica en Cienfuegos, se refiere a las quejas de la población por problemas subjetivos en esa provincia.