(Otra vez me ataca este ahogo que no me deja escribir, quizás ahora por la falta de sueño, pero intuyo que es tristeza y de la mala).
Fidel se fue cuando le dio la gana y no cuando nadie en Washington, o en “El Versalles”, o la Calle 8 de Miami quisieron. Se fue de muerte natural, de “viejo”, y como él mismo dijo, a los 90 años. Y así, se burló otra vez del destino y de sus enemigos con una soberana y obstinada galleta sin mano de por medio. Sigue leyendo